domingo, 3 de julio de 2011

Las Maravillas del Llano y el Sur del Orinoco

Algunos se preguntaran: ¿Por qué nuestra ausencia la semana pasada? No aparecen entradas en esa fecha. La respuesta es simple y queremos compartirlo con ustedes. Nos encontrábamos de  viaje por parte de los llanos venezolanos y el sur del Río Orinoco. Ha sido una experiencia plenamente gratificante, digna de contar e imaginar lo que podría ser del turismo en esta zona de deficiente de planificación turística. Así que hoy escribiremos un poco de aquello que hemos logrado ver y luego en una próxima entrega  plantearemos algunas ideas sobre lo que se puede hacer para aprovechar con turismo sustentable los excelentes recursos que ofrece ésta parte de Venezuela.

Nuestra primera parada ha sido en el Sistema de Riego del Rio Guárico, en las adyacencias  de la ciudad de Calabozo. Es una obra de ingeniería que data de 1957,  cuenta con un embalse y una represa que tienen la función de controlar las inundaciones de los llanos bajos. Es de gran utilidad al cultivo de arroz, la zona de Calabozo  aporta la mayor parte del arroz que se produce en Venezuela, miles de toneladas de arroz parten de ésta zona a otros rincones del país.  La belleza del sistema de riego es singular, es el más grande Venezuela y Latinoamérica, y los paisajes en sus alrededores resultan sumamente llamativos, en la distancia es posible ver algunos cultivos y hacia los lados del embalse se puede apreciar un horizonte que parece casi infinito.  Como primer punto del viaje resulto ser excepcional, pero veamos la siguiente parada.

Los esteros de Camaguán, también el Estado Guárico,  un paisaje de llano anegable, visitarlo en la época de lluvia es una bendición para los creyentes y un gran espectáculo para los no creyentes. La gama de verdes que se aprecia en las plantas inspiraría a cualquier artista y con el atardecer, a pesar del calor, el juego de luces que el sol hace sobre los esteros resulta casi de indescriptible, quizás la pluma de un escritor romántico sea más propicia y más prolija que la mía para describir los esteros de Camaguán. 


Posteriormente pasamos la frontera hacia el estado Apure, y llegamos a los Médanos de la soledad, dunas de arena producto de vientos locales en plana llanura inundable. A los pies de las dunas láminas de agua que embellecen el paisaje y lo hacen sublime, es posible ver el cielo en las láminas de agua a los pies de las dunas. Una grata experiencia es también deslizarse por la pendiente de la duna hasta la lamina de agua, cristalina y limpia, absolutamente refrescante en medio de un calor agobiante, pero al mismo tiempo recibiendo una brisa que calma cualquier inquietud en el atardecer.

Siguiente parada Capanaparo, sitio de un deseado descanso en ese momento, un alojamiento humilde en chozas con techo de paja al mejor estilo indígena, pero sumamente acogedor, aunque la deficiencia en la calidad del servicio es considerable,  el paisaje y el ambiente  resultan sobrecogedores en una noche que aunque obscura y calurosa, genera un sosiego como pocos lugares. Si se levanta uno  muy temprano y se acercan al rio  Capanaparo, incluso es quizás posible apreciar algunas toninas, inteligentes y nobles mamíferos que habitan en la cuenca del Orinoco.

A unos cuantos minutos, más de una hora, de Capanaparo nos encontrábamos en Puerto Páez , poblado en el cual se toma la chalana para atravesar el Orinoco, resulta ser majestuoso e imponente. Atravesar el Orinoco, aunque se hace de manera muy rápida resulta una experiencia interesante para todo visitante. Desde este punto inclusive se puede apreciar la confluencia con el río Meta, frontera con Colombia. Al atravesar el rio, uno se encuentra la estación de vigilancia fluvial El Burro, nombre de una gigantesca piedra que allí se encuentra. 



De allí en adelante se agarra carretera hasta nuestro destino final que era el Tobogán de la Selva, no obstante hicimos una parada en Puerto Ayacucho (capital del Estado Amazonas) para algunas compras en el mercado indígena, donde estas personas te reciben con los brazos más que abiertos. Son receptivos y siempre prestos a colaborar, a personalizar tus artesanías y mostrar su mejor sonrisa.  

Durante todo el recorrido que va desde Capanaparo hasta el Orinoco  es posible apreciar las galeras, formaciones de roca ígnea que emergen en el relieve llanero indicando la cercanía al escudo Guayanés. Y una vez al sur del Orinoco, la majestuosidad del relieve más antiguo de la tierra es evidente. El deleite de la vista es grande y la recompensa al llegar al Tobogán de la Selva es gratificante, este es un sitio que al mejor estilo de una fantasía infantil, permite deslizarse por una gran laja de piedra y caer un pozo de agua absolutamente refrescante.

Sin duda alguna éste viaje fue una experiencia de encuentro con la naturaleza, con paisajes que a la tierra le ha tomado millones de años modelar. De allí lo excepcional de un recorrido que deslumbra al  ojo humano. Los paisajes que se pueden apreciar desde Guárico hasta el Amazonas son variados y el provecho que se les puede dar en términos turismo sustentables es grande todo depende de la planificación, pero este es un tema que abordaremos  en un próximo artículo.